El viaje después de casi 24 meses sin viajar

Al empezar la pandemia, estando en Bogotá, el último vuelo que tome fue el 13 de marzo del 2020, dos días antes de que se cierren las fronteras. Hace un par de semanas me toco volver a subirme a un avión, y, a decir verdad, ya extrañaba los asientos del avión, a los cuales casi considero como mi segunda cama (puedo empezar a descansar antes de despegar), esta vez rumbo a Medellín y Bogotá. Para no hacer larga la historia el reencuentro con los taxis, Ubers, recepción de los hoteles, en restaurantes, etc., fue muy bueno y al final muy atentos todos y ávidos de entablar conversaciones de todo tipo (desde clima, futbol, política, cine, etc.) que hasta me hicieron creer que no estaba tan preparado para estas conversaciones.

Por otro lado, durante los últimos 23 meses en donde todos los negocios se hacen a través de una teleconferencia, con o sin video (¿me oyes?), llegamos a pensar que todo había cambiado y que ya no haría falta la presencialidad y que bastaba con hacer un “Zoom” (o Skype para aquello que lo recuerdan, o cualquier otra plataforma) para conversar con alguien y conducir negocio casi como antes de la pandemia.

Agradable sorpresa fue la receptividad de las personas con las cuales tenia concertada las reuniones, las cuales además de coloquiales, sirvieron para acelerar iniciativas, nivel de acercamiento y hasta ponerle una cara física a un nombre o imagen. El simple hecho de estrechar la mano (o tocar el codo o el puño) logra romper esas barreras de incertidumbre, duda o simplemente la desconfianza a lo desconocido y cuando se terminan esas sesiones, ya somos casi que viejos amigos y listos para enfrentar los negocios como un equipo.

Lo que puedo resumir de este reencuentro con muchas personas, es que, en la región del Latinoamérica, las personas aún consideran que el sentarse a tomar un café para hablar de negocios o arreglar temas políticos o mundiales, son una parte importante de hacer “camino al andar” en donde las personas negocian con personas y no con una imagen o un chatbot.

También podría hablar de las experiencias de encontrarme con algunos restaurantes nuevos que aparecieron y extrañar a otros que ya no existen, pero dejare esa parte para otro momento, quizás después de mi siguiente viaje, en donde no me sienta como si fuera un turista.

Que viva el estrecho de una mano (o un codo) y que no se acabe nunca.

¡Hasta la próxima!

Flavio Calonge
flaviocal@hotmail.com | @flaviocal |

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